Comenzó a correr hace 5 años y se proclamó campeona de España de maratón tras dar a luz en julio

María Lázaro, ganadora del título nacional de maratón el pasado 16 de marzo con 2:38:37, tiene 33 años, trabaja como pediatra en el Hospital Sant Joan de Reus y sigue los entrenamientos de Jordi Toda para sacar el máximo partido a una pasión que descubrió justo antes de la pandemia.

María Lázaro proclamándose campeona de España tras correr en 2:38:37 el Zurich Maratón de Barcelona. CÁRNICAS SERRANO
María Lázaro proclamándose campeona de España tras correr en 2:38:37 el Zurich Maratón de Barcelona. CÁRNICAS SERRANO

María Lázaro es madrileña, tiene 33 años, un trabajo como pediatra en el Hospital de Reus y un hijo, Aritz, nacido siete meses y medio antes del 16 de marzo de 2025, el día en el que sumó a su lista de ‘pertenencias’ el título de campeona de España de maratón. La suya no es la historia de una fondista bregada en la escalera de las categorías inferiores, el progresivo aumento de distancia que irremediablemente suele acabar desembocando en los 42 kilómetros. Ella, que a las puertas de la primavera además de colgarse el oro renovó su marca personal dejándola en 2:38:37, jamás se había puesto un dorsal hasta poco antes del comienzo de la pandemia.

“Me apunté a la media de Barcelona. Nunca había corrido tanto y para poder ir tenía que cambiar tres guardias, así que antes de tomar la decisión definitiva quise probar si podría aguantar o no. Entonces no sabía nada de ritmos, solo rodaba, pero completé 20 kilómetros por un camino de tierra en una hora y cincuenta minutos… Y en la media terminé en 1:36”, señala como punto de inicio a su curiosa relación con el running.

Correr nada, pero moverse mucho: pesas, yoga, danza del vientre, esquí, hockey, patinaje sobre hielo… para rematar -quizá aquí resida la clave de su excelente predisposición a los esfuerzos de largo aliento- sus padres dirigían el Club Alpino Madrileño, lo que motivó que desde pequeña diese buenos pateos por el monte y, ya más crecidita, llegase a hollar cimas de más de 4000 metros. El caso es que entre tanto frenesí deportivo todavía le quedaban ganas de ensanchar horizontes y en su gimnasio había un grupo llamado Runners Viding. Lo probó, mientras por su cuenta empalmaba con clases de natación y spinning para simular un entrenamiento de triatlón; pronto se percató de que, entre las tres disciplinas, la que le gustaba era la última. Fue interesándose, aprendió vocablos suecos como fartlek, y conoció gente. Sin ir más lejos, Jaume Guerra, su marido, que no tardó en darse cuenta de que tenía cualidades para correr.

María Lázaro con su hijo Aritz en el podio del Campeonato de España de Maratón. CÁRNICAS SERRANO
María Lázaro con su hijo Aritz en el podio del Campeonato de España de Maratón. CÁRNICAS SERRANO

El hecho que lo precipitó todo: “Acabé la residencia de Pediatría y no me resultaba fácil seguir los entrenos del gimnasio, así que el entrenador, Javier Jaimes, me propuso unirme a otro grupo que se reunía en La Mora”. Hablamos de 2021. Ya con varias sesiones regladas en las piernas, compite en un trail de 14 kilómetros y sube a su primer podio (2ª). Y entonces el maratón llama a su puerta: “Corro con Jaime en Valencia y acabamos en 3:11. Me lo pasé muy bien, disfrutando, acabé de subidón, no sentí el muro ni nada. De hecho, iba hablando y al final le dije que no se enfadara, pero que la verdad era que no me había cansado”.

Como la experiencia fue gratificante, el otoño siguiente decidieron ir a Berlín, donde cruzan la meta en un tiempo similar y se repite la escena, solo que esta vez Jaume lo tiene claro: “El próximo lo corres sola”. Y para qué esperar. En octubre hace 2:53 en Bilbao sin abandonar el aspecto lúdico de su nuevo pasatiempo: “Era pura diversión, iba dándole la mano a los niños que estaban animando”. En noviembre termina la media de Tarragona a menos de cuatro el mil, 1:22, y vuelve a catar cajón (3ª). Pero la sombra de los 42K es alargada y de nuevo acude a Valencia para rebajar en dos minutos su marca. El nuevo curso sigue siendo prolífico, con un Barcelona firmado en “tres y pico” y un Madrid en el que su bisoña trayectoria experimenta una nueva vuelta de tuerca. Termina quinta de la general y segunda española con 2:51:00, nueva personal best, que le duró menos que a Sabina los dos peces de hielo en el Whiskey on the Rocks, pues en mayo se alista en Vitoria y, segundo puesto mediante, la rebana 23 segundos. Pero fue en la capital donde todo cambió, pues quiso el destino que en aquella ocasión fuese Marta Galimany (la olímpica que por aquel entonces ostentaba el récord nacional: 2:26:14) la que le precedió en la clasificación (tercera de la general y primera española), lo que llamó la atención de los medios tarraconenses, que no tardaron en solicitarlas. En una entrevista se conocieron, ambas y Jordi Toda, el entrenador de Marta, que acabaría siendo también el suyo. Se pone en sus manos justo tras volver a quebrar su mejor marca personal: 2:47:06 en Berlín.

“El volumen es lo que más me gusta… y Jordi es de volumen. No hago tanta intensidad y la que hago la controlo mejor que antes, con menos kilómetros a ritmos muy altos. He descubierto lo que es un entrenamiento personalizado. Está muy atento a mi modo de vida y me pide los horarios del trabajo para poder cuadrar las sesiones”, esboza a grandes rasgos el método del hombre que la está guiando en su evidente salto de calidad. Un brinco que debió esperar, pues prácticamente nada más ponerse a sus órdenes se quedó embarazada.

María Lázaro corrió el 10K de Zurich Rock 'n' Roll Running Series Madrid junto a su pareja, Jaume Guerra, apenas tres meses antes de dar a luz a su hijo Aritz.
María Lázaro corrió el 10K de Zurich Rock 'n' Roll Running Series Madrid junto a su pareja, Jaume Guerra, apenas tres meses antes de dar a luz a su hijo Aritz.

 

Su mayor éxito deportivo siete meses y medio después de dar a luz tras un embarazo en el que no dejó de correr

Fue un embarazo poco sedentario, eso sí, con dos medios maratones y un 10K en los nueves meses en los que se iba formando Aritz. Es más, la mañana en la que vino al mundo (30 de julio de 2024) su madre salió a rodar 15 kilómetros: “Corrí todos los días excepto en el primer trimestre, que descansaba uno a la semana”. Después vino el giro radical.

“Tras el verano Jordi ya me dejó hacer un par de 10K”. Se los tomó a pecho: 35:55 en Bombers y 35:28 en Nassos. Todo hacía indicar que 2025 sería bueno, pero… ¿tanto? En enero baja la línea de costa para competir en la media de Santa Pola y lo que sucede allí la sorprende mucho más que a su entrenador, que por aquel entonces ya sabe que tiene entre manos una mujer más que dotada para el coleccionismo de kilómetros: 1:14:54. Ya es una marca seria, lo que, además de permitirle fichar por uno de los mejores clubes del país, Cárnicas Serrano, anima a preparar con ganas el Campeonato de España de Maratón, donde de golpe y porrazo, por imperativo cronométrico, no era descabellado atribuirle el cartel de favorita.

La intrahistoria sugiere que todo pendió de un hilo, pues pocas semanas antes de la carrera el piramidal comenzó a ponerse revoltoso: “Estuve trabajando con mi marido, que es fisio, y no puede correr prácticamente nada durante el último mes, tuve que hacer entrenamiento cruzado… pero él y Jordi me animaron a que probase”. Lo que sucedió ya lo conocen. Ahora solo queda la sana curiosidad de saber dónde situar su techo. La próxima edición del Maratón de Berlín ayudará a ir desvelando la incógnita.

Lo que Jordi Toda opina de María Lázaro

A juicio de los que hacemos Corredor, Jordi es uno de los mejores entrenadores de nuestro país. Bajo su tutela, Marta Galimany, en 2022, derrocó el legendario récord de España de maratón que Ana Isabel Alonso ostentaba desde 1995 (2:26:50). Antes había sido campeona de España, de esa distancia y de 10K, plusmarquista de la hora, y participado en unos Juegos, dos Mundiales y otros tantos Europeos (donde obtuvo las medallas de bronce y plata con el equipo femenino de España Atletismo). El caso de Marta guarda similitudes con el de María, pues ambas comenzaron a correr a una edad tardía (la primera en su etapa universitaria), así pues, no es arriesgado suponer que la segunda se encuentra en las mejores manos posibles.

Jordi cree que la capacidad de su nueva pupila “es brutal” y haciendo gala de su conocida humildad, se quita un mérito que todo hijo de vecino sabe que detenta: “No lo tengo, la marca es suya, ya tenía una bastante buena antes de empezar conmigo. Sólo le he enseñado un poco lo que tiene que hacer para sacar partido al talento que lleva dentro”. Apunta que todavía tiene un amplio margen de mejora, pues “no es que haya entrenado una barbaridad, antes corría por pura diversión y ahora ha descubierto que tiene capacidad para correr muy rápido”.

Él sabe que las diferencias con el tiempo del que dispone un atleta profesional son abismales, por eso hace verdaderas virguerías para ajustar los entrenos, pues “ella entrena cuando puede, es bastante alucinante lo que hace en el día a día. Me pasa sus horarios y ahí intento encajar los diferentes tipos de trabajo que considero que puede asimilar… pero tengo claro que si tuviera la oportunidad de entrenar como los pros sería muy buena”.

Es normal fantasear con qué marca puede llegar a realizar, pero tira de prudencia, no cae en ese error: “La tengo en la cabeza, claro, pero no quiero que piense en un objetivo concreto, debe disfrutar del proceso, de la mejora continua… y lo está haciendo. El próximo maratón será Berlín. Primero hay que empezar a prepararlo y según vayamos viendo cómo se encuentra pensaremos en el crono. Sabéis que soy mucho de entrenar atendiendo a los lactatos y, llegado el momento, suelen ser bastante fiables a la hora de predecir una marca… Ella decidirá hasta dónde quiere llegar, porque afortunadamente tiene muchas más cosas en la vida además de correr, y si desea seguir por este camino la acompañaré, porque tengo claro que su capacidad aeróbica es extraordinaria y con un entreno constante podría llegar a correr muchísimo”.

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